Prácticamente la mitad de los gatos domésticos urbanos padecen sobrepeso. Y en uno de cada tres gatos podemos hablar de un problema serio (peligroso) de obesidad. Podemos reconocer si nuestro gato tiene unos kilos de más fácilmente, fijándonos en algunos de estos indicadores: si al palpar el costado no se le notan las costillas; si, mientras camina, podemos observar un colgajo de piel en la zona abdominal, sobre todo mirándolo de perfil; si no se aprecian en el animal huesos prominentes, por ejemplo la cadera. Otros síntomas que quizá pasen más desapercibidos son: apatía generalizada (decaimiento del estado de ánimo), reducción de la actividad física y menor resistencia durante el ejercicio.
La principal causa de sobrepeso es la saturación energética, es decir, el gato consume más energía de la que gasta. Esta energía se transforma en grasa al no ser consumida, y es almacenada en el organismo del gato de manera perniciosa. Ello puede deberse no solo a un exceso de alimentos, sino también a una alimentación desequilibrada. Por ejemplo, los piensos secos contienen un exceso de hidratos de carbono (demasiado cereal). Una solución fácil sería estructurar la dieta de nuestro gato de forma que al menos la mitad de los alimentos que consuma sean enlatados y de calidad (alimentos húmedos). Además, la comida húmeda aumenta la sensación de saciedad. Otro método de prevención consiste en la reducción de premios (golosinas), que suelen suponer un aporte de energía extra desmesurado. Y, por supuesto, es necesario incitar a nuestro gato a moverse. La clave del éxito contra el sobrepeso es el equilibrio entre la dieta y el ejercicio físico.
Hay que tener en cuenta que a partir de los dos años de vida aproximadamente, los gatos dejan de ser gatitos en cuanto a consumo de energía se refiere, y este decrece considerablemente. Por ello, a partir de esa edad hay que comenzar a fijarse especialmente en la búsqueda del equilibrio necesario. Existen otros factores que predisponen al gato a padecer esta extendida patología. Por ejemplo, el uso de ciertos medicamentos (los corticoides, entre ellos) o la esterilización, ya que la actividad metabólica del gato se reduce en un 20%.
Algunos consejos o pautas que pueden ayudarnos a prevenir el sobrepeso son:
-La reducción de hidratos de carbono y grasas en la dieta, sustituyéndolos por una mayor ingesta de proteínas. Como consecuencia, el gato mantiene la masa muscular a la vez que la materia grasa acumulada disminuye.
-El racionamiento de los premios o golosinas.
-Distribuir pequeñas porciones de comida por la casa. Esto incita al gato a moverse, desoxidando así tanto sus músculos como su mente. Además, evitaremos que, como sucede con algunos gatos ansiosos, se coma toda la comida de una sola vez.
-Jugar con nuestro gato. Es una tarea tan divertida como ineludible. En la misma línea que el punto anterior, los distintos juegos activarán al gato tanto física como mentalmente, ambas facetas imprescindibles para su buena salud.
Si sospechamos que nuestro gato padece de sobrepeso u obesidad, lo más aconsejable es llevarlo al veterinario. Él es el indicado para configurar una dieta acorde a las necesidades de nuestra mascota.