Se distinguen dos tipos de alopecia: la ansiosa y la psicosocial.
Una es debida a un problema del gato en su niñez temprana, el otro encuentra su fuente en la vida diaria del gato. Sin embargo, el resultado es lamentablemente el mismo.
El gato se rasca sacando mechones de pelo, a veces yendo a una herida abierta que el gato no se deja curar. Previene cualquier rebrote del pelo, tirando de él sistemáticamente. Algunos gatos, en una etapa más avanzada, pueden ir tan lejos como usar sus uñas, lo cual es bastante alarmante.
De cualquier manera, siempre se debe a un período de intenso estrés, que el gato habrá ocultado, y luego ya no lo sostiene, se rasca, como si fuera a pedir ayuda. La alopecia puede ser el inicio a una entrada en la depresión, muy grave en el gato que puede llevarle a la muerte. La etapa del estrés cuando se alarga, y se sustituye por la ansiedad, es el último paso antes de la depresión. Es indispensable intervenir inmediatamente.
Poner antidepresivos por un veterinario puede calmar por un tiempo la crisis, el problema es que cuando terminamos el tratamiento, las crisis pueden volver más intensamente. De hecho, en los gatos, la depresión, la ansiedad o el estrés permanecen latentes hasta que la causa ha sido identificada y resuelta.
Si tu gato comienza a lamerse más de lo normal, y tira a veces de algunos pelos en situaciones estresantes. Fíjate en su comportamiento, que se será el que te guie a través del proceso, después de eliminar todas las causas dermatológicas es conveniente que realizar exámenes veterinarios si aún no se han realizado. La terapia es bastante simple una vez que se encuentra la causa. Si la alopecia es psicosocial, es aún más simple. Por otro lado, las recomendaciones deben aplicarse para cada gato, y monitorear el gato durante toda su vida, otro brote de estrés puede aparecer con los años y hacer reaparecer el fenómeno de la alopecia.