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En los inicios, la actividad de las crías se limita a arrastrarse con las zarpas alrededor del cuerpo de la madre, a buscar los pezones y a gemir si la búsqueda no ha tenido éxito o desciende la temperatura del cuerpo. Los maullidos o vocalizaciones de los gatitos son un medio fundamental para comunicar a la madre que hay algo que no marcha. La rápida respuesta de la madre indica claramente que, así como el comportamiento del pequeño está totalmente sometido a la influencia de la madre, la conducta de la madre no lo está menos a la influencia del pequeño.

Los sonidos, que a nosotros nos parecen todos iguales, comunican a la gata mensajes distintos. El análisis sonográfico ha demostrado que hay llamadas de abandono, para pedir comida, llamadas de miedo, de defensa y de amenaza. Los estímulos que provocan los maullidos varían con la edad de los gatitos. Cuando acaban de nacer están expuestos al peligro de morir de frío, ya que todavía no son capaces de regular su temperatura. El nivel de descenso de la temperatura, que provoca sus insistentes llamadas, es mucho más bajo en las primeras semanas que en las siguientes. Esto explica por qué los gatitos maúllan a pesar de que en la naturaleza este comportamiento podría tener consecuencias gravísimas para su vida. Los maullidos, de hecho, no son solo un reclamo para la madre, sino también para los depredadores. Pero el depredador podría no estar cerca, mientras que la muerte de los gatitos está garantizada si la gata no vuelve enseguida atendiendo al reclamo. En la práctica, eligen el mal menor.

Lo mismo vale para la comida. En las primeras fases de su vida un gatito necesita alimentarse con frecuencia. Los estudios señalan que emplean de media ocho horas al día para chupar la leche, número de horas que va disminuyendo progresivamente. Si el pequeño permanece sin comer durante demasiado tiempo se debilita físicamente de manera irreversible. Por tanto, si tiene hambre, en el intento de advertir a la madre, debe correr el riesgo de llamar la atención de un depredador.

Finalmente, las vocalizaciones tienen otra función importantísima: provocar el cambio de postura del cuerpo de la madre. Se ha demostrado que la situación que hace maullar más fuerte al gatito es cuando se le tiene retenido con las manos. Parece, en efecto, que las madres —sobre todo las primerizas— tienen tendencia a echarse sobre las crías impidiéndoles cualquier movimiento, con el peligro de hacerlos morir sofocados. Los maullidos tienen el poder de evocar en la madre la necesidad de cambiar de postura inmediatamente. El comportamiento de los gatitos en cuanto a maullidos se refiere es, por tanto, extremadamente funcional.

Hasta la próxima!

 

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