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El primer paso antes de adoptar un gato: reflexionar. Y el segundo, y el tercero. Hemos de considerar todas nuestras circunstancias, tanto las presentes como las venideras (en la medida de lo posible). La mayoría de los factores de nuestra vida, por no decir todos, van a repercutir en la vida de nuestro gato, por lo que hay que barajar concienzudamente si estamos preparados para tener un gato a nuestro lado, si es apto para nosotros y si nosotros somos aptos para él. La decisión no puede ser fruto de un impulso. No debemos adquirir un gato sencillamente porque nos sintamos solos, o porque a nuestros hijos se les antoje. Es una decisión que debe ser guiada tanto por la razón como por el corazón. Van a surgir problemas sí o sí, y hemos de decidir si estamos dispuestos (y preparados) para hacerles frente. Tener un gato supone un doble costo: económico y emocional; hemos de barajar si podemos asumir ambos, y tener en cuenta que se prolongarán durante años.

Son muchos los factores que hacen de la adopción una alternativa sólida y recomendable frente a la compra en tiendas. Se tiende a pensar que en los refugios o en las protectoras los gatos disponibles van a ser más feos o van a padecer más enfermedades o traumas que los gatos expuestos en tiendas. Nada más lejos de la realidad. En las asociaciones animalistas encontramos una amplísima variedad de ejemplares, incluidos gatos de raza. No hay más que fijarse en las razones por las que un gato acaba en un hogar de acogida: extravío involuntario del animal, abandono, cese del interés por parte de sus dueños, cambios de residencia o incapacidad para continuar haciéndose cargo, por citar solo las principales.

Si acudimos a un refugio o protectora nos darán consejo sobre qué gato nos conviene, centrándose en la concordancia de nuestras circunstancias y las del gato. Dos factores fundamentales que tendrán en cuenta serán la edad y el carácter del animal. Normalmente, en las tiendas no recibiremos la misma atención en este sentido: si vamos a comprar un gato con una raza en mente, esa será la raza que el vendedor nos asegure es la mejor para nosotros; en las tiendas prevalecerá casi siempre el interés comercial. Además, la variedad que encontraremos en los refugios o protectoras (que raramente será tan amplia en una tienda) ayudará a los responsables, habitualmente especialistas, a dar con el ejemplar que más nos conviene (y al que más le convenimos).

Otra consideración importante es el ahorro económico. Adoptando un gato evitaremos gastar una cantidad de dinero que podremos destinar, por ejemplo, a artículos para un mejor recibimiento del gato en nuestro hogar. La protectora solo nos cobrará ciertos gastos, los necesarios para el tratamiento veterinario y los cuidados necesarios con el fin de entregarnos el animal en condiciones óptimas.

Los pasos a seguir: llamar a una protectora o refugio cercanos y dirigirse al centro que ellos nos indiquen. Una vez allí habrá que pasar un proceso de selección para ver si somos o no aptos para la adopción. Una vez superado, elegiremos un gato, guiados por el consejo de los especialistas.

En siguientes artículos os indicaremos deiversos sitios en los que poder adoptar con todas las garantías.

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