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La convivencia entre gatos y humanos se remonta a 9.500 años. Así lo demostró el hallazgo de un enterramiento en Chipre, donde aparecieron juntos los esqueletos de un hombre y de un gato montés. En China también se encontraron huesos felinos de 3.500 años de antigüedad, en los alrededores de una aldea. Sus habitantes se dedicaban a la agricultura, y a menudo los ratones devastaban el mijo almacenado. La ayuda de los gatos en este sentido fue muy bien recibida, dando comienzo su domesticación. A lo largo de los siglos, esa relación se ha reflejado en el arte, donde el gato ha sido protagonista

El gato del Antiguo Egipto

La fascinante personalidad de los gatos ha cautivado a los artistas de todas las épocas.

Bien conocida es la influencia que los felinos tuvieron en la milenaria tierra de los faraones. El gato egipcio tenía carácter sagrado, recibía cuidados médicos y al morir era momificado y enterrado junto a sus dueños.

Fue representado en pintura y escultura, así como en papiros. Se conservan esculturas con forma de gato de la diosa Bastet, pues este animal era adorado en su templo.

Grecia Clásica

En el arte griego clásico la figura del gato aparece en el célebre Mosaico de Pompeya y en algunos relieves. La literatura parece que sí le rindió culto, pues el poeta Homero mencionó a nuestro querido felino en varias de sus obras.

La época romana

En la Antigua Roma el gato era portador de buena suerte, especialmente el de color blanco. Para los romanos los gatos eran símbolo de victoria y de libertad, y a menudo se les representaba acompañando a la diosa Libertas. La mayor parte de las obras no han perdurado, a excepción de algunos mosaicos con figuras de gatos. Al igual que en Grecia, los poetas Virgilio y Ovidio incluyeron al gato en sus obras.

El gato en el Renacimiento

Leonardo Da Vinci fue un fiel amigo de los animales y representó a los gatos en multitud de bocetos y pinturas. Su admiración por ellos se plasma en una frase suya, que dice: “Hasta el más pequeño de los felinos es una obra de arte«. Para él los gatos eran un modelo de equilibrio, armonía y elegancia. Los representaba en diferentes posiciones, plasmando su agilidad y la fuerza de su musculatura.

Van Eyck, Antonello da Messina, Hieronymus Bosch, Ghirlandaio o Tintoretto fueron otros famosos artistas que inmortalizaron a los gatos en sus obras, como parte de escenas domésticas.

El Jardín de las Delicias es un famoso tríptico pintado por Hieronymus Bosch, más conocido como El Bosco. En cada uno de los tres paneles hay un gato representado, como una figura clave. “El jardín del Edén” corresponde al panel izquierdo, en el que un gato aparece comiendo. Su aspecto es tranquilo e inocente, como Adán y Eva antes de pecar. En el panel central, titulado “El jardín de las delicias”, vemos un gato más esbelto y seductor. Sobre su lomo lleva a un grupo de hombres y mujeres desnudos, a los que parece conducir hacia el Infierno, donde su lujuria será castigada. En el panel derecho, titulado “Infierno”, un gato de aspecto demoníaco está infligiendo un castigo a uno de los pecadores, como vemos a continuación.

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