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La convivencia con nuestros gatos es uno de los grandes placeres de quienes tenemos a nuestro lado un precioso minino. Nos dan cariño, nos “hablan”, mejoran nuestro estado de ánimo y nos hacen compañía. Sin embargo, nuestras mascotas tienen una serie de costumbres que podrías llegar a amar y a detestar al mismo tiempo; tanto que, en ocasiones, no sabrás si reírte a carcajada limpia o reñirles con enfado. Aquí encontrarás algunos de estos hábitos.

Cuando un gato se sienta sobre la ropa o la toalla que tienes preparada al salir de la ducha, es una forma de decirte que eres suyo, de marcar su territorio. El problema es que lo llenan todo de pelos; pelos que después se adhieren a tu piel húmeda y recién lavada. Cierra la puerta del cuarto de baño y usa un atrapa pelusas. Cepillar al gato al menos una vez al día durante las épocas de muda será otro aspecto básico.

Beber del grifo es algo que les encanta a los gatos. Adoran quedarse mirando el chorrito durante horas y, algunos, reclaman que se lo abras cada vez que vas al lavabo. El inconveniente es que, tras hidratarse, saltan al suelo con sus patitas mojadas, dejando un sendero de huellas por donde pasan.

Si trabajas frente al ordenador, un comportamiento gatuno muy habitual es ubicarse entre la pantalla y el teclado, tumbarse sobre el mismo o el ratón y similares. Resulta muy halagador pero dificulta la tarea, sobre todo si no dejas de bajarlo de la mesa. Una solución es ponerle una pequeña manta doblada a tu lado para que tenga su propio sitio y sepa que cuentas con él.

Estás cambiando las sábanas y tu gato no lo puede soportar. Trata de abalanzarse sobre los movimientos de la tela y se lanza en plancha sobre el tejido, evitando que lo puedas colocar bien. El momento más divertido tiene lugar cuando encajas por fin la bajera ajustable pero descubres que el minino ha quedado sepultado bajo ella.

Sucede algo similar cuando tratas de anudarte un pantalón con cordones o, simplemente, los de las zapatillas. La tentación es demasiado grande y el felino empieza a dar saltos, a mordisquearte y dar juguetones zarpazos, tratando de atrapar los cabos sueltos.

Respecto a la ropa, resulta también muy divertido verles perseguir como locos aquella recién tendida, pero no te hará tanta gracia cuando descubras los agujeros en tu prenda favorita.

Estás durmiendo y, de repente, se abalanzan sobre tus gemelos: es algo muy doloroso, sobre todo porque tiene lugar con nocturnidad –esperamos que no con alevosía-, durante tu plácido sueño; un momento en el que el gato trata de provocarte buscando guerra. En este caso, conviene que les amonestes, les dejes fuera de la habitación y castigues su comportamiento.

Otro hábito nocturno es el de despertarte buscando “amasarte” con sus patitas. Se trata de una auténtica delicia pero, si te cuesta volver a dormirte, puede ser un problema.

Y tu gato, ¿qué costumbre adorablemente odiosa tiene?

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