Cuando tu gato salga por primera vez a un nuevo territorio, inevitablemente entrada en los territorios de otros gatos de la vecindad. Esto puede ocasionar conflictos y, cuando esté amenazado, tu gato puede decidir retraerse o competir para imponer su territorio.
Principalmente, los gatos no dependen de la comunicación vocal para manifestar sus reacciones y han evolucionado una serie de secuencias gestuales que evidencian sus intenciones ante un rival en potencia.
Un gato sumiso se estirara, tan pegado al suelo como le sea posible, bajando a la vez sus orejas y meterá la cabeza en el cuerpo, cuando se sienta amenazado.
También puede girar sobre su espalda, o tratar de escapar, en cuyo caso es muy improbable que exista algún contacto entre los dos gatos, aunque el agresor pueda darle alcance al gato que se escapa en una corta distancia. La probabilidad de una confrontación directa se incrementa si el gato sumiso no tiene escapatoria. En tal caso, manifiesta sus intenciones de defenderse, maullando y gritando, amenazando al agresor.
Como último recurso, el gato amenazado se levantará al máximo, arqueando a la vez su lomo y gruñirá con fuerza. Si el agresor todavía persiste en aproximarse, intentando atrapar al otro gato, el encuentro violento se vuelve inevitable.
En zonas urbanas, los gatos domésticos no establecen, como regla general, territorios grandes, sobre todo debido a las altas densidades de población. Además, no se necesita mantener un territorio grande para aprovisionamiento de comida, ya que obtienen de sus dueños. Por lo tanto, no es sorprendente que los gatos que viven en estado salvaje tiendan a mostrar ambiciones territoriales más importantes que sus semejantes domésticos.
Las gatas, en general, tienen estas apetencias más atenuadas que los machos, aunque también defiende su zona contra recién llegados, hasta que establecen un grado de tolerancia con el intruso.
Mientras que los gatos castrados de ambos sexos se comportan de una forma similar con respecto a las gatas, los gatos normales parecen más agresivos y tienden a provocar más peleas. Esto es así porque, cuando dos gatos intactos se encuentran, luchan por su territorio y la confrontación física es inevitable.
El territorio del gato se marca claramente con la orina, que se reparte verticalmente sobre los objetos a su alcance. Las gatas también reparten gotitas de orina, cuando están en celo, y esto puede provocar la reacción descrita como “coqueteo”.
La respuesta típica de un gato a esta circunstancia es como si acabara de encontrarse con un olor desagradable, pero en realidad el estiramiento de su cuello y la manera de doblar los labios permite que el dolor pase al órgano de Jacobsen, donde se enfatiza el olor. El Estado sexual de la hembra se percibe rápidamente, y el gato empezar a perseguirla con propósitos de apareamiento.